Diego de la Cruz

Diego de la Cruz, pintor documentado en la ciudad de Burgos entre 1480 y 1500, ha pasado a los libros de historia por ser uno de los colaboradores de Gil de Siloé, uno de los escultores más reconocidos del gótico castellano. Inicialmente, en los estudios publicados hasta mediados del siglo XX, Diego de la Cruz figuró como uno de los escultores castellanos que colaboraron con Gil de Siloé en varios de sus trabajos. Sin embargo, la revisión de documentos históricos medievales y los análisis de la producción artística de estos dos artistas han permitido diferenciar sus estilos e identificar a Diego de la Cruz como uno de los pintores hispanoflamencos más reconocidos del foco burgalés.

Viajeros del arte. De Países Bajos a Burgos.

El progresivo desarrollo de los estudios sobre los pintores hispanoflamencos afincados en Palencia y Burgos, llevados a cabo por historiadores como López Mata, José Gudiol Ricart, Chandler R. Post o Pilar Silva Maroto, fueron redescubriendo la figura de Diego de la Cruz y han ensalzado el valor de su producción artística.
Los documentos históricos conservados en la actualidad sostienen que Diego de la Cruz fue un pintor de origen flamenco que estuvo activo en la ciudad de Burgos entre los años 1482 y 1500. Su formación es plenamente flamenca, similar a la que recibió su fiel compañero y colaborador Gil de Siloé. Según el historiador Gómez Moreno, Diego pudo adoptar el apellido “de la Cruz” al llegar a Castilla, ya que este sobrenombre fue corrientemente utilizado por extranjeros que trabajaban en España. La gran amistad que Gil de Siloé y Diego de la Cruz fraguaron durante más de diez años pudo derivar en el reconocimiento del hijo de Gil de Siloé, Diego de Siloé, como ahijado de Diego de la Cruz, ya que comparten el mismo nombre.

Diego de la Cruz, colaborador de Gil de Siloé

La producción artística de Diego de la Cruz estuvo ligada a la producción escultórica de Gil de Siloé y en muchas ocasiones los encargos eran realizados por ambos artistas. Pese a que en muchos de estos documentos se les referencia con la condición de “escultores”, los dos artistas de origen flamenco desempeñaban labores diferentes. Mientras que Gil de Siloé diseñaba y tallaba las piezas de las composiciones de los retablos y sepulcros, Diego de la Cruz se encargaba del estofado y la policromía de las composiciones, pigmentando y decorando las esculturas.

Durante su estancia en Castilla como colaborador de Gil de Siloé, Diego de la Cruz realizó varios encargos para diferentes instituciones eclesiásticas:

Retablo del altar de la iglesia de San Esteban

Pieza ejecutada por Gil de Siloé y Diego de la Cruz entre 1493 y 1496 para la iglesia de San Esteban de Burgos. Gil de Siloé fue el principal protagonista de este encargo, ya que recibió 140.000 maravedís por ejecutar todo el retablo y únicamente pagó 40.000 maravedís a Diego de la Cruz por realizar la policromía del mismo. Este retablo no se conserva en la actualidad.

Retablo de la capilla de la Concepción o de Santa Ana, en la Catedral de Burgos.

Esta pieza fue proyectada compuestamente por Simón de Colonia y Gil de Siloé siguiendo las órdenes del obispo Luis de Acuña. El retablo principal es la joya de la capilla. Se trata de una de las obras cumbres de la escultura tardo-gótica europea. Su principal protagonista fue Gil de Siloé, quien lo ejecutó entre 1483 y 1486. La decoración, el estofado y policromía son obra de Diego de la Cruz, su fiel colaborador.

Retablo del Colegio de San Gregorio de Valladolid.

 En el documento sobre su encargo, datado en 1488, Gil de Siloé y Diego de la Cruz figuran como “escultores vecinos de la ciudad de Burgos”. Este retablo, ubicado inicialmente en la capilla del Colegio de San Gregorio, debía ser como el ejecutado para la catedral de Burgos en la capilla de la Concepción o de Santa Ana, encargo que habían realizado años antes para el obispo Luis de Acuña. El Retablo del Colegio de San Gregorio no ha pervivido hasta nuestros días. 

Retablo de la Cartuja de Miraflores.

El Retablo Mayor, obra de Gil de Siloé y Diego de la Cruz, fue realizado en tres años, desde 1496 hasta 1499. Esta pieza se ubica al fondo del presbiterio de la iglesia de la Cartuja de Miraflores. Tuvo un costo total de 1.015.613 maravedís, cantidad bastante superior al coste de los sepulcros de los Reyes e Infante. Mientras que Gil de Siloé diseñó la composición del retablo, Diego de la Cruz se dedicó a la policromía del mismo.

Diego de la Cruz. El redescubrimiento del pintor

La historiografía tradicional reconocía a Diego de la Cruz como un simple escultor de retablos y sepulcros. Sin embargo, el historiador burgalés Teófilo López Mata halló en 1946 varios documentos en la iglesia de San Esteban en los que figuraba el encargo de un cuadro a Diego la Cruz. Este encargo era titulado “San Francisco estigmatizado”, óleo sobre tabla que se conserva en esta parroquia en la actualidad. En estos documentos se cita que en 1488 se abonó a Diego de la Cruz la cantidad de 930 maravedís para la ejecución de dicha obra. Este hallazgo disipó las dudas sobre la diferencia entre estos dos artistas y redescubrió a Diego de la Cruz como pintor de la tradición hispanoflamenca que desempeñó gran parte de su actividad en el foco burgalés en el espacio temporal comprendido entre 1482 y 1500.

La fórmula pictórica seguida por Diego de la Cruz refleja una gran influencia de Rogier van der Weyden y de su taller, de quienes pudo adoptar su expresividad, su capacidad descriptiva y narrativa, su detallismo y el desarrollo de los paisajes. Como elemento distintivo de la pintura de Diego de la Cruz podemos identificar la prolongación excesiva de la nariz, recurso que reitera en todas sus composiciones.

Una de las historiadoras que han trabajado en la configuración del corpus artístico de Diego de la Cruz ha sido Pilar Silva Maroto. Considera que la tabla del Cristo de Piedad entre la Virgen y San Juan (anterior a 1480), el San Francisco Estigmatizado (1489), la Asunción de la Virgen (1491), el Tríptico de la Catedral de Burgos (1495) y la tabla Cristo de piedad entre David y Jeremías (1500) permiten identificar la evolución pictórica de Diego de la Cruz en el proceso de “hispanización” de su arte.

Bibliografía:

  • Gudiol, J. (1966). El pintor Diego de la Cruz. Goya: Revista de arte, (70), 208-217.
  • Maroto, P. S. (1988). Diego de la Cruz en el Museo del Prado. Boletín del Museo del Prado9(25), 44-60.
  • Post, Ch. (1959).“Diego de la Cruz”, en Gazette des Beaux Arts, págs. 21-26.
  • López Mata, T. (1946). El barrio e iglesia de San Esteban. Burgos: Ayuntamiento de Burgos.